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El club de lectura

Actualizado: 1 jun 2023



Lilia lo dijo primero y después Sofía lo repitió, tenemos que tener cuidado con los procesos de cada quien para entender el libro. Lilia lo dijo con un tono preventivo, Sofia lo dijo con dolor. Gabriel añadió una pregunta muy interesante respecto al libre albedrío y en respuesta aparecieron metáforas sobre islas y horizonte. Minuto 30 de la sesión. Estamos platicando sobre un libro que lleva muchas enseñanzas espirituales, al ser sesión en línea, nadie se conoce entre sí.


Entonces Fernanda habló; para ella el libro representaba un camino que calmaba ciertos miedos y prejuicios y que a la vez le daba mucha paz. Para la voz confundida y sin cámara que habló después representaba un laberinto. Un camino oscuro que debe recorrer y que siente que no tiene la fuerza para cruzarlo.


Lilia añadió: Este es un espacio de sanación, si alguien quiere compartir, tal vez sus palabras sean eco para algún otro presente.


Conozco ese espacio oscuro – comenzó a decir uno de los asistentes, sin cámara, que había enviado minutos antes un mensaje al chat diciendo: “Necesitaba escuchar eso”— y es aterrador. El año pasado estuve en la playa con mis amigos, y casi me ahogo, y sé que es porque estaba tan metido en esa oscuridad en mi mente, que lo deseaba de alguna manera. Fue en el momento en el que estaba ahogándome que un amigo a lo lejos me vio desesperado, y me gritó, consciente de su propia condición: “Yo no tengo la fuerza para sacarte, pero sé que tú sí puedes sacarte a ti mismo… tranquilo, respira”. En ese momento me di cuenta que quería salir, y que tendría que ser paciente para enfrentar las olas por más caóticas que fueran.


Gabriel que es galante y elocuente, simpatizó con la idea de aquel otro y añadió: Yo también estuve ahí, y hoy un año después les puedo platicar que no fue fácil salir, pero, con fuerza de voluntad y tomar la decisión se puede lograr.


Lilia, prudente y bondadosa, repitió su frase: Tenemos que tener cuidado con los procesos, para algunos decir que sólo requiere tomar la decisión es cosa fácil, pero para muchos otros requiere una energía que no disponen físicamente.


Fernanda, optimista, comenzó a narrar sobre su sorpresa cuando tomó la decisión de escuchar su intuición, se dio cuenta que cada elección que tomaba con consciencia le traía recompensas que se veían inmediatamente. Fue cuando decidió que no tenía que hacer todas las cosas perfectas sino enfocarse en el proceso, cuando realmente pudo avanzar. Se dio cuenta que si cada día hacía un poquito de algo, en pocos días se veían resultados, y eso la mantenía muy motivada. Este mes se propuso leer 20 páginas de un libro cada día, antes de dormir, sin dejar pasar ni un sólo día, y llevaba dos libros e iba a la mitad del tercero. Estaba impresionada de los resultados que estaba obteniendo.


Ana, sin cámara y con voz tímida, preguntó: ¿Y ustedes de sacan esa fuerza? yo también sé que es lo que tengo que hacer; odio fumar tabaco, no me gusta como me veo, y estoy en general incómoda. Sé lo que debo hacer, pero no tengo la fuerza, mi cuerpo y mente se rehusan a hacerlo, y simplemente hay días en los que me siento como decían antes: En una profunda oscuridad. Hay días que no tengo ganas de hacer nada y, me siento con muchísima incertidumbre del mundo en el que estamos viviendo.


Mercedes, que no había hablado pero escuchaba muy atenta, respondió: A mi me sirvió confiar en mi proceso. Me di cuenta que estaba incómoda y que era aprendizaje que necesitaba adquirir para mejorar y ser una mejor versión de mi misma, me di cuenta que cada día las cosas van mejorando si doy pequeños pasos. El tiempo cura todo, y confiar en que con el tiempo vas a ir mejorando si hoy empiezas a hacer una pequeña acción, como tender tu cama, es lo mejor que puedes hacer.


– Continuó – No depende de quién fuiste o qué ya no hiciste, Depende de la decisión que tomes en este momento, puede ser cualquier cosa pequeña, esa es la magia de la que hablaba Fernanda, cualquier cosa pequeña que empieces a cambiar es un engranaje para mover el resto de la maquina y en poco tiempo, vas a estar haciendo mil cosas por día... Yo agarro la fuerza de confiar en que ese día llegará. Y cada día que pasa, puedo sentir cómo me voy acercando.


Ricardo, quien sólo su foto mostraba pero que había hablado otras veces con gran elocuencia sumó: Ese es el proceso espiritual del que habla el libro en este capítulo, es darte cuenta que estás bien, que de dónde estás empiezas, y a partir de ahí cada cosa que vayas construyendo va sumando a tu camino hacia la virtud. Ahí está Pegaso. Y lo vas a encontrar si sigues avanzando.


Minuto 45 de la segunda sesión del club de lectura virtual que organizó Lilia. Veinte completos desconocidos teniendo conversaciones de alta filosofía, cámara a cámara compartiendo un esfuerzo en común, haber leído 40 páginas de un libro. Emanando luz, luz que ofrece y alcanza distintos espectros dentro de la incertidumbre individual de cada asistente, y que algo de eso que se dijo, en algún lugar, puede cambiarlo todo para alguien.


Gabriel, prudentemente, rompió el silencio y sugirió que avanzáramos de capítulo, pues el tiempo estaba corriendo y nos faltaba mucho por platicar. Se veía contento, motivado. En su mirada se reflejaba cierto alivio por haber encontrado una conexión. Si hay tiempo para pensar hay tiempo para actuar – Dijo – Vamos a estar bien. Si seguimos cooperando, podemos ser un gran club de lectura.


Valentín E. Martínez Rojas


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