Paseo Nocturno
- Valentín E Martínez Rojas
- 31 jul 2019
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 26 may 2023
Por: Ernesto Martínez
Llegue a casa a las 00:06, Hades, mi Husky de 7 meses, tenía cara de aburrimiento y frustración pues no lo había sacado en dos días. Decidí darle gusto aunque fuera arriesgado salir tan noche. Planeé mi ruta por calles iluminadas y concurridas al menos por los vehículos, de ahí al regresar me detendría en una tienda de autoservicio que atiende 24 horas a comprar un café y algo de cenar.
En la primera cuadra vi a lo lejos una patrulla, se acercaba hacia mi, me dominó la idea de que sería peligroso, ya había escuchado entre mis amigos y algunas notas periodísticas de casos en los que ven sólo a un conductor o transeúnte y lo detenían sin motivo para intentar sobornarlo, ya que no habían obtenido suficiente dinero en el día, y era más fácil inventarles algo; consumo y posesión de estupefacientes, robo de autopartes, o cualquier otro delito posible. Recuerdo que hace unos meses a mi me habían detenido mientras conducía en la noche y cuando ya no tuvieron más ideas de delitos para inventarme, decidieron alegar que me habían detenido por que los cristales de mi coche eran muy oscuros y pelearon para que les diera dinero a cambio de no ser detenido en un ministerio público. Evidentemente, para la patrulla que estaba cerca, yo era un blanco demasiado fructífero para extorsionar, traía un cachorro, audífonos y vestía el traje que había usado durante todo el día. Entonces cambié de ruta. Me metí por calles por las que sabía que el sentido de la circulación imposibilitaría que la patrulla me siguiera.
Posteriormente, cuando estaba apunto de llegar a la cuadra que era mi meta para entonces regresar, vi a un tipo en bicicleta, vestía pantalones vaqueros, sudadera, una cangurera y gorra, me vio, se frenó, sentí una suerte de mirada evaluadora y arrancó de vuelta por donde venía. Hace dos semanas, a un familiar lo habían asaltado en la misma calle: Un tipo llegó por atrás con un objeto en la mano, según esta persona, se sentía como un arma de fuego. Le pidió que le diera todas sus pertenencias o disparaba. Éste accedió, y cuando terminó de vaciar los bolsillos el tipo salió corriendo, abordó un taxi que lo esperaba, este aceleró hasta perderse en el tráfico y nunca pudo saber ni quién lo había asaltado ni levantar la denuncia. Por la forma de la mirada que el tipo en bicicleta hizo, asumí que una suerte similar estaba por ocurrirme. Entonces evalúe las rutas: por dónde se fue y por dónde no esperaría que me fuera. Por lo que decidí correr a la calle más improbable que según la mente del delincuente, tomaría. Durante varías cuadras, estuve volteando constantemente para ver si no me estaba siguiendo alguien.
Al llegar a la tienda de autoservicio observé que la puerta estaba cerrada y tenía una ventanilla por la cual eras atendido. El vendedor ya me conocía y me abrió la puerta. Me saludó cordialmente y me dijo: “Mejor entra, la calle no es segura a estas horas, y si tenemos al perrito aquí es mejor para que nos proteja”. Le pregunté si había sido víctima de algún robo o algo, y me empezó a contar del sujeto que habían asesinado en el restaurante de junto y del escándalo policial para sacar a una persona de su hogar por deuda de impuestos y terminó con una frase: “Es una lástima, solía ser un barrio muy tranquilo, pero últimamente por todo hay que estar alerta.” No me asombró su declaración, le contesté alguna anécdota que me había ocurrido de violencia en uno de mis paseos nocturnos, acabé de elegir mis productos, pagué y me fui.
Al llegar a mi departamento, me encontré a un vecino que venía del ministerio público; la noche anterior se habían metido a su casa a robar y perdió todo el día intentando levantar la denuncia. Me comentó de la ineficiencia y trabas que le pusieron para lograrlo y prefirió rendirse. Era común en realidad escuchar estas historias, otros vecinos tuvieron la misma desgracia hace unas semanas mientras habían salido al cine y a mi departamento ya se habían metido en otras ocasiones. ¿Qué podía hacer? Me despedí del vecino y subí para darle algo de cenar a Hades, de todos modos la ciudad entera era víctima de delincuencia, corrupción y abusos. Todos los días se publicaba un cartel con la imagen de algún desaparecido. Todos los días había una víctima de feminicidio o violación. Todos los días las autoridades se hacían de la vista gorda, ganaban demasiado bien de la delincuencia para querer interferir.
A dormir, mañana será igual, pero al menos será un día nuevo. Un día donde todo podrá pasar. Incluso, y espero, que al despertar yo, también despierte la conciencia de aquellos a los que votamos para representarnos, cuidarnos y guiarnos. Que despierten del sueño de la razón en el que están sumidos. Ojalá que mi próximo paseo nocturno, pueda disfrutarlo como el cachorro lo hizo; sin miedo, sin estar preocupado mas que por cruzar la calle, sin dolor de ver una ciudad en putrefacción y solo olfatear las plantas y el olor de la libertad. Saludando a todos sin la inquietud de que pueda ser un delincuente. Ojalá que mañana, reciban la misma alegría por salir a pasear aquellos secuestrados y desaparecidos. Aún tengo esperanza. Después de todo, esta fue mi ciudad antes de que fuera violenta. Y deseo que algún día, pueda volver a aquellos tiempos en los que podía salir a jugar futbol al parque y regresar solo por la noche. Donde mis amigos no eran víctimas de violencia y mis amigas no compartían con rabia anécdotas de acoso o violación. Donde no había padres con el alma rota por hijos que no volverán más. A dormir. Mañana (ojalá) será un día mejor.
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