Ruleta Rusa.

–Poner la bala en el revolver, hacerla girar, pobre de aquél que le toque. Un cuarto con 5 hombres, ebrios, jugándose la vida y la muerte. Queriendo desafiar al destino o a la misma Katrina. Demostrando su valentía o su estupidez. La primera persona hace su giro, le tocó al soldado retirado frente a mi. Levanta la pistola seguro de si mismo y jala el gatillo… Nada sucede.

El arma vuelve a tomar su lugar en la mesa y emprende su viaje de trescientos sesenta grados hacia el futuro o pasado de algún pobre apostador…. Oh, pobre Rubén. Se repite la escena. Suena el revolver pero su vida se salva sin haber bala. ¡Que juego tan estúpido! ¿Cuando se me ocurrió aceptar esto? ¿A quién le tengo que demostrar que tan hombre o no soy?… El metal vuelve a sonar contra la madera desgastada de la mesa del departamento. Me toca a mi. Las emociones explotan como fuegos artificiales. El miedo me recorre pero la probabilidad de sobrevivir me impulsa. Disparo. Abro los ojos…

– Abuelo, estamos hablando de lo que pensaste al conocer a mi abue.

–El amor es eso, nieto. Es un juego de ruleta rusa al destino. Es saber que puedes morir en cualquier momento. Es ponerte en manos del futuro a lo que depare. Amar es coger una pistola cargada con una sola bala, presionarla fuertemente contra la sien y dejar que te lastime o te salve. Es dejar que una mirada te cautive y una sonrisa te de esperanza. Es saber que en el momento en el que la viste tienes la pistola en tu cabeza. Pero con la tranquilidad de que puede que la bala no salga disparada. Amar es morir para revivir. Y eso lo supe cuando vi a tu abuela.

– E